“Yo no me veía capaz”. Esta fue una de las frases más escuchadas antes de comenzar el taller “En mi casa arreglo yo los enchufes”. Las mujeres, en general, no han sido educadas para arreglar enchufes, lámparas o cualquier otro elemento que funcione con electricidad. En casa durante muchos años los hombres han sido el referente de los arreglos domésticos. Sin embargo, esto poco a poco va cambiando.
De hecho, en una de las conversaciones que tuvimos mientras preparábamos el taller, Andrea, que trabaja en Emaktiva, contaba que su madre al estar divorciada era quién hacía este tipo de arreglos. “Una vez quiso poner las lámparas de la mesilla de noche ancladas en la pared y con los cables metidos por dentro. Así que hizo una roza en la pared y bajó siete veces a la ferretería para que le explicaran cómo hacer para que la luz se encendiera tanto desde los interruptores de al lado de la cama como del interruptor que estaba en la puerta de entrada a la habitación. Le costó, pero lo consiguió”.
La madre de Andrea es un ejemplo de que sí se puede y de que somos capaces, pero para convertirlo en algo normalizado es vital que nuestras hijas lo vean en casa, vean a sus madres arreglando enchufes o haciendo cualquier otro tipo de arreglo. Y este era uno de los objetivos del taller, porque como dice Paz Carbajosa, profesora de la formación y fundadora de A por todas con herramientas, “también es una manera de dejar de generar dependencias incómodas”.
En esta formación de Emaktiva además de aprender cosas básicas de electricidad, “hemos desmontado el mito de que las mujeres no pueden trabajar en ciertas cosas, en ciertos gremios, y que tenemos limitaciones dentro”, añadía Carbajosa. Y así lo vivieron muchas de las mujeres que participaron en el taller. “Yo no había hecho nunca un taller cómo este y me va a ser muy útil”, decía Neusilene Costa. A lo que Ana Luque añadía: “Yo ya me veo con mi buzo trabajando en el sector de la electricidad”
Y es que el desconocimiento suele ser la primera barrera. “Yo no tenía ni idea del funcionamiento de la electricidad y luego ves cómo se conectan los cables, los tornillos y vas guiándote tú sola y lo consigues”, explicaba Nuria Casanova al final del taller. Ver el vídeo donde todas encienden su lámpara es emocionante, porque se ve lo orgullosas que están de haber sido capaces de montar una lámpara.
Un camino largo hasta llegar a sectores masculinizados
Este taller ha sido una primera toma de contacto, porque desde Emaktiva queremos que las mujeres vayan introduciéndose en sectores tradicionalmente masculinizados y decidan si quieren trabajar en ellos. Muchas veces los rechazan porque hemos sido educadas para realizar tareas más relacionadas con los cuidados. No hay más que ver las cifras de mujeres matriculadas en el sector biosanitario, tanto en FP como en carreras universitarias.
Si observamos los datos ofrecidos por Emakunde, en Formación Profesional de Grado Medio y Superior, en las especialidades más masculinizadas (por encima del 80% de chicos) están electricidad y electrónica (96,0%), instalación y mantenimiento (96,1%), transporte y mantenimiento de vehículos (94,6%), fabricación mecánica (94,4%), marítimo pesquera (93,8%), informática y comunicaciones (92,4%), madera, mueble y corcho (88,5%), edificación y obra civil (82,1 %) y actividades físicas y deportivas (81,5%).
Y en las especialidades más feminizadas (por encima del 80% de chicas): únicamente se identifican dos, imagen personal (89,1%) y servicios socioculturales y a la comunidad (80,4%). Hay una gran concentración de mujeres matriculadas en 4 familias que agrupan cerca del 75% de las alumnas: sanidad (1.750), servicios socioculturales y a la comunidad (855), administración y gestión (733) e imagen personal (668).
Por qué la mayoría de mujeres no queremos ser fontaneras, albañilas o electricistas
Los datos confirman lo que Paz Carbajosa en un vídeo publicado en la cuenta de Instagram de La Sinsorga explica: “Desde hace años estoy intentando montar un grupo de mujeres que trabajen en gremios tradicionalmente masculinizados. A raíz de hacer la obra de La Sinsorga me di cuenta de que no hay, y no sólo estoy haciendo esto en solitario sino que tampoco hay mujeres que se quieran formar y que quieran dedicarse luego a esto. Es verdad que puedes encontrar puntualmente mujeres jóvenes, sobre todo formándose en los FPs, pero todavía no ven la posibilidad de que se puedan dedicar a esto y que pueda ser una oportunidad laboral para ellas”.
A lo que otra mujer (Platinela) en Instagram responde: “Para la obra del baserri intentamos encontrar a mujeres que curraran en oficios de la construcción y nos fue imposible. Sería maravilloso. Hace como 15 años vi una brigada de trabajo, todas mujeres y me fascinó”.
Pero quizás algunas razones de por qué las mujeres no asumimos como una oportunidad laboral los sectores tradicionalmente masculinizados las podemos ver en el comentario de otra mujer (Rellymachine): “Trabajé hace muchos en la construcción, hormigón y albañilería. Me fue imposible seguir en el gremio por ser mujer, después intenté opositar en el sector público como operaria de obra pública, pero es imposible por los méritos que piden. Toqué puertas en asociaciones feministas para cambiar o denunciar esta situación, pero la respuesta fue que qué mujer se querría dedicar a trabajar en estos trabajos. Estoy retomando de nuevo esta lucha en mi pueblo. Mi conclusión es que las mujeres no trabajan en este sector, primero por la imposición masculina y segundo porque no se lo plantean como opción. Me encantaría formar parte de un proyecto para impulsar este cambio”.
Faltan referentes y cambiar mentalidades
Está claro que ese cambio no va a ser fácil. Tanto por la falta de referentes, como por el rechazo de algunos hombres que no quieren que las mujeres se dediquen a estas profesiones. Un ejemplo es el de Susana Ruiz, que pasó por Emaktiva y se está formando en soldadura. Desde Cuatro le hicieron un reportaje que salió en los informativos y de los 373 comentarios que recibió el vídeo cuando lo publicamos en Instagram, el 90% eran negativos. En él, Ruiz expone que en algunas fábricas no disponen de vestuarios para mujeres.
Y es que también son necesarios cambios dentro de las empresas para que haya mujeres trabajadoras en dichos sectores. Cómo contaba otra mujer (Pam9pam9) en Instagram, “tengo 51 años y fui soldadora muchos años, de hierro inoxidable y aluminio. Era la única mujer, difícil que me contrataran porque no había baños separados y era obligatorio. Luego estaban siempre encima de mí. Ya no trabajo en eso, pero lo disfrutaba mucho y tengo toda la maquinaria conmigo. Me gustaría mucho enseñar”.
A la vista de los comentarios, queda mucho trabajo por hacer, pero nada se consigue de un día para otro. Hace 30 años era impensable que un partido de fútbol femenino se diera por televisión y ahora es una realidad. Así que seguiremos trabajando para que el cambio se produzca y, además, cada vez habrá más cantera. Sino que se lo pregunten a Rakel y a Paula. “Aquí una que acaba de empezar a trabajar de carpintera, ¡vamos! ¡Estaría guay hacer red!”, dice entusiasmada Rakel en los comentarios al vídeo de Paz Carbajosa, a lo que Paula añade: “Yo a puntito de hacer soldadura porque me encantaba. Al final: mecánica. Es de lo que ejerzo actualmente”.
Estos comentarios nos animan a seguir y a tratar de buscar diferentes vías para que las mujeres trabajen en sectores masculinizados. Y una de ellas es traer a las empresas de estos sectores a Emaktiva, para que las mujeres conozcan cómo se trabaja en ellas y en qué necesitan formarse. Concretamente Ingeteam acudió al curso de Emaktiva para explicar cómo trabajan y qué tienen que hacer para poder encontrar un empleo en su empresa, puesto que uno de sus objetivos es que entren mujeres a trabajar en su sector.
Queremos acabar este reportaje contándote que si quieres trabajar en el sector de la electricidad, a partir de octubre haremos conjuntamente con Ingeteam una formación para luego poder trabajar en allí. ¡Anímate a participar, porque el cambio empieza ahora! Escríbenos o llámanos.
Cofinanciado por la Unión Europea